
La abolición de la particularidad
Nos contamos que debemos colocar nuestra energía en lo importante, en lo que es más rentable a corto plazo, una lógica puramente económica. Crear contenido, escribir para que otros puedan leer quiénes somos, cómo pensamos y qué nos importa realmente, no entra en esa lógica. Hemos convertido el acto de escribir en un acto puramente transaccional y se nos olvida que coger un boli o teclear para enfrentarnos a la labor de desarrollar un texto, es también darnos la oportunidad de pensar, de tomar decisiones, de construirse.